domingo, 7 de octubre de 2012

El clima de la tierra podría alcanzar un punto de no-retorno

El clima de la Tierra podría alcanzar un punto de no retorno
Un artículo publicado en Nature, con participación española, alerta del posible cambio irreversible del estado planetario actual por causas de origen humano. Los dos problemas principales son el consumo de combustibles fósiles y la alta tasa de crecimiento de la población mundial.

La revista científica Nature publica esta semana un artículo, con la participación de científicos españoles, que advierte del posible cambio del estado planetario actual. Según las conclusiones, la posibilidad de alcanzar un punto de no retorno de la situación se debe al consumo de combustibles fósiles y a la alta tasa de crecimiento de la población mundial.

El impacto del conjunto de alteraciones que está sufriendo el planeta es mayor que la suma individual de cada una de esas alteraciones.

Jordi Bascompte, investigador de la Estación Biológica de Doñana del CSIC y coautor del trabajo, dice que “estos cambios parecen involucrar alteraciones en la química de la atmósfera y los océanos, y grandes trastornos en los flujos de energía desde el principio hasta el final de la cadena alimentaria”.

El incremento de la población está asociado a un mayor consumo de recursos y energía, y a la transformación y fragmentación del paisaje que alteran las condiciones atmosféricas, oceánicas y terrestres que, a su vez, amenaza la supervivencia de la biodiversidad actual.

El trabajo también señala aspectos como una pérdida de la productividad en las tierras de cultivo, una menor capacidad de almacenamiento de CO2 y el colapso del stock pesquero.

Eloy Revilla, investigador de la Estación Biológica de Doñana y otro de los autores del trabajo, considera que “incluso las áreas inalteradas del planeta sufrirán las consecuencias si estos impactos directos superan el 50%”. Según el artículo, si la tasa de incremento de la población se mantiene y también lo hace el nivel de consumo de recursos, este porcentaje será alcanzado hacia 2025 y llegará al 55% en 2045.

Para minimizar estos posibles impactos y no superar la barrera del 50%, el estudio propone las siguientes medidas: reducir la tasa de crecimiento anual de la población y su consumo de recursos asociado, sustituir el mayor nivel energético posible por fuentes renovables, aumentar la eficiencia en la producción de alimentos y mejorar la gestión de las zonas de la Tierra que aún no han sido dominadas por humanos.

Según el artículo, la humanidad está en una encrucijada crítica en la que debe decidir si quiere guiar los cambios del planeta o simplemente dejar que las cosas sucedan. Según Revilla: “esos porcentajes deberían preocuparnos muy seriamente”.

Episodios de extinción

A lo largo de la historia, la Tierra ha vivido cinco grandes episodios de extinciones masivas asociados a cambios climáticos que han modificado las características de todo el planeta. Estas épocas de transición solo representan un 5% de la historia del planeta, mientras que el resto del tiempo se ha mantenido estable. 

El último gran cambio tuvo lugar hace unos 14.000 años, cuando el 30% de la superficie terrestre perdió la capa de hielo que la cubrió durante el último periodo glacial. La última edad de hielo había durado unos 100.000 años, mientras que el periodo de transición se alargó unos 3.300 años. Desde entonces, el planeta ha mantenido unas características más o menos estables hasta la aparición y el desarrollo de la civilización humana.

Actualmente, la tasa de crecimiento anual de la población es de unos 77 millones de personas, casi 1.000 veces superior que la experimentada hace entre 10.000 años y 400 años, cuando se situaba en unas 67.000 personas. El estudio destaca que el incremento de la población ha traído consigo la transformación del 43% de la superficie terrestre en áreas urbanas y agrícolas.

Del mismo modo, los humanos gobiernan el uso de hasta el 40% de la producción primaria mundial, lo que limita el acceso de otras especies a este recurso. A su vez, el consumo de combustibles fósiles ha supuesto un aumento de la concentración de CO2 atmosférico de un 35% y ha provocado un descenso del 0,05 en el pH oceánico.

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